jueves, 18 de julio de 2013

El castigo físico en la niñez se vincula con problemas de salud en la adultez: MedlinePlus

El castigo físico en la niñez se vincula con problemas de salud en la adultez: MedlinePlus

 


El castigo físico en la niñez se vincula con problemas de salud en la adultez

Un estudio halló unas probabilidades más altas de obesidad adulta, enfermedades cardiacas y artritis

Traducido del inglés: martes, 16 de julio, 2013
Imagen de noticias HealthDay
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LUNES, 15 de julio (HealthDay News) -- Los niños cuyos padres usan castigos físicos "duros" como las bofetadas o los empujones podrían terminar con una salud relativamente peor en la adultez, sugiere un estudio reciente.
Los investigadores hallaron que de más de 34,000 adultos de EE. UU. en un estudio del gobierno sobre la salud que afirmaron que habían recibido una disciplina dura en la niñez tenían unos riesgos ligeramente más elevados de obesidad, artritis y enfermedades del corazón.
Se definió el castigo duro como recibir golpes, bofetadas, empujones o ser asido con severidad al menos algunas veces.
Los hallazgos, que aparecen en la edición en línea del 15 de julio y en la edición impresa de agosto de la revista Pediatrics, no prueban que el castigo físico en sí afecte la salud a largo plazo de los niños.
"Se trata de una asociación. No podemos afirmar que el castigo provoque los resultados en la salud física", comentó la investigadora líder, Tracie Afifi, de la Universidad de Manitoba en Winnipeg, Canadá.
Pero añadió que los hallazgos amplían la evidencia de que el castigo físico puede resultar nocivo para los niños. Varios estudios han vinculado esos castigos (incluso las nalgadas) con problemas como la conducta agresiva y un peor estado emocional.
"Los niños necesitan disciplina", señaló Afifi. "Pero no debería tener que ver con la fuerza física".
Los hallazgos se basan en 34,226 adultos de EE. UU. que participaron en un estudio del gobierno en 2004 y 2005. Justo menos del cuatro por ciento encajaban con la definición de castigos duros en la niñez.
En general, su tasa de obesidad fue más alta, en comparación con los adultos que no reportaron castigos físicos duros: alrededor del 31 por ciento, frente al 26 por ciento. También tenían unas tasas más altas de artritis (22.5 frente a 20 por ciento) y enfermedad cardiaca (9 frente a 7 por ciento).
El equipo de Afifi pudo tomar en cuenta otros factores, como los ingresos familiares y si los niños sufrían un abuso más grave, ya fuera físico o de otro tipo. La disciplina "severa" también se vinculó con un aumento de entre el 20 y el 28 por ciento en el riesgo de los tres problemas de salud en la adultez.
Una experta en abuso infantil que no participó en el estudio se mostró de acuerdo en que el castigo físico es potencialmente nocivo. Además, quizás haga que el niño deje de comportarse mal en el momento, pero no funciona a largo plazo, planteó la Dra. Rachel Berger, del Hospital Pediátrico de Pittsburgh.
"Una cantidad tremenda y creciente de literatura muestra que el castigo corporal no es necesario, y que podría haber efectos nocivos", advirtió Berger.
Pero el estudio actual tiene algunas limitaciones, apuntó Berger, coautora de un editorial acompañante.
Según Berger, uno de los problemas fue la definición de castigo físico "duro". Se basó en una pregunta: "¿Con qué frecuencia uno de sus padres u otros adultos que vivieran en casa le empujaron, asieron ásperamente, abofetearon o golpearon?". (El estudio no preguntó específicamente sobre las "nalgadas", la forma más común de castigo físico en la niñez).
Apenas alrededor del 4 por ciento de los adultos dijeron que habían sido sometidos a esas formas de disciplina al menos algunas veces. Por otro lado, el 38 por ciento reportaron un maltrato infantil más severo, lo que incluía abuso físico que dejaba a los niños con moretones o lesiones.
Berger dijo que se esperaría que menos adultos reportaran maltrato severo, en comparación con el castigo duro. Esto genera duras sobre la forma en que se planteó la pregunta, y cómo los encuestados la interpretaron, según Berger.
Y dado que el estudio no observó el castigo físico más leve, los hallazgos no se pueden usar para condenarlo todo, incluso la nalgada ocasional. "Basándose solo en esto no se puede decir que ahora sabemos que no debemos usar ningún castigo físico", comentó Berger.
Otro investigador que no participó en el trabajo dijo que no pensaba que los resultados fueran tan convincentes. El estudio observó siete afecciones de salud de la adultez, y halló que el castigo físico duro se vinculaba estadísticamente con tres de ellas.
E incluso así, los vínculos no tenían mucha potencia estadística, anotó Christopher Ferguson, profesor asociado de psicología en la Universidad Internacional Texas A&M, en Laredo.
Ferguson aclaró que no es defensor de las nalgadas, pero añadió que "no deseo que los padres que han dado nalgadas a sus hijos se alarmen con esto".
Afifi, autora del estudio, se mostró de acuerdo en que los padres no deben sentirse alarmados... ni culpables. "No intentamos culpar a los padres", aclaró. Pero según la investigación, los padres deben intentar aprender tipos de disciplina no física, añadió.
¿Y si no está seguro de cómo hacerlo? "Recomendaría que los padres comiencen hablando con el pediatra", sugirió Afifi.
Según las encuestas anteriores, la gran mayoría de los estadounidenses recibieron nalgadas en la niñez. Podría estar bastante integrado en la cultura, anotó Berger, del Hospital Pediátrico de Pittsburgh.
"Pero solo porque a usted le dieron nalgadas no significa que es adecuado para su hijo", planteó.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Tracie Afifi, Ph.D., University of Manitoba, Winnipeg, Manitoba, Canada; Rachel Berger, M.D., M.P.H., Child Advocacy Center, Children's Hospital of Pittsburgh; Christopher Ferguson, Ph.D., associate professor, psychology, Texas A&M International University, Laredo, Texas; August 2013, Pediatrics

HealthDay
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