miércoles, 13 de diciembre de 2017

Sedentarismo y propensión a presentar diabetes - Artículos - IntraMed

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Efecto del ejercicio físico y la obesidad | 06 NOV 17

Sedentarismo y propensión a presentar diabetes

La conducta sedentaria que implica permanecer sentado durante intervalos extensos, puede determinar, en personas que no realizan actividad física, un aumento en la propensión a experimentar diabetes
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Autor: Asvold B, Midthjell K, Bauman A y colaboradores Diabetologia 60(5):830-835, May 2017
 Introducción

Estudios previos han demostrado los efectos nocivos que el permanecer sentado produce en la glucemia y la resistencia a la glucosa. En este sentido, el análisis de las consecuencias de dicha conducta sedentaria en el organismo es complejo, ya que, en forma frecuente, se encuentra asociada con otros hábitos como la ingesta de alimentos poco saludables y la falta de ejercicio físico.

Si bien se ha determinado una correlación positiva entre el tiempo destinado a ver televisión y el aumento de la propensión a experimentar diabetes tipo 2 (DBT2) (2 h diarias corresponden a un 20% de incremento), al evaluar la totalidad de horas diarias que el individuo permanece sentado por diferentes razones (por trabajo, en el ámbito del hogar o en su vehículo), no es posible establecer dicha correlación.

Por otra parte, se ha postulado que la realización de actividad física puede contrarrestar el incremento de la propensión a experimentar diabetes (DBT) provocado por el aumento en el tiempo en que el individuo permanece sentado. No obstante, se desconoce la magnitud de la influencia de la obesidad y la ausencia de actividad física en la asociación antes mencionada.

El objetivo del presente trabajo fue evaluar la correlación entre el tiempo total que el individuo permanece sentado y su propensión a presentar DBT, así como también el efecto de la obesidad y la falta de ejercicio físico en dicha asociación, observada en el estudio Nord-Trøndelag Health Study (HUNT).


► Métodos

Se evaluaron los datos de dos estudios HUNT, HUNT2 (1995-1997) y HUNT3 (2006-2008). De manera que, en el estudio HUNT2, la población analizada comprendió a individuos mayores de 20 años (n = 65 229), de los cuales el 43% (n = 28 051) completó el período de análisis (11 años) y su participación en el estudio HUNT3.

Los valores de referencia fueron los determinados en el estudio HUNT2 mediante cuestionarios que avaluaban el nivel de educación, los antecedentes de DBT, el tiempo promedio (< 1, 1 a 2 o ≥ 3 h semanales) destinado a la realización de ejercicios físicos (actividad de alto impacto [compromiso físico que provoca falta de aliento o transpiración] y bajo impacto [ejercicios de baja intensidad]) en el año anterior y el tiempo diario promedio que el participante permanecía sentado.

Asimismo, se registró la altura y el peso y se realizó un examen de glucemia aleatorio de los participantes, lo cual permitió excluir a aquellos que presentaban concentraciones ≥ 11.1 mmol/l (cuadro probable de DBT) del estudio HUNT3. En esta investigación, no participaron personas ≥ 70 años y la presencia de DBT fue determinada de acuerdo con la obtención de valores del examen de glucemia aleatorio ≥ 11.1 mmol/l; en los individuos que presentaban puntajes de riesgo de diabetes (FINDRISC, Finnish diabetes risk score) ≥ 15 (total 26 puntos), de hemoglobina glucosilada (HbA1c) ≥ 48 mmol/mol, de glucemia en ayunas ≥ 7 mmol/l y de glucemia a las 2 h > 11.1 mmol/l (prueba de tolerancia a la glucosa oral).

Por otra parte, se evaluó la correlación entre el tiempo que los participantes permanecían sentados y la incidencia de DBT, respecto de la edad, el sexo, el índice de masa corporal (IMC), la educación y el tiempo semanal destinado a la realización de ejercicio físico de alto (≥ 1 h) y bajo impacto (< 3 h). Asimismo, se estableció el efecto de la actividad física y el IMC en dicha correlación.

En el análisis estadístico se aplicó el modelo de Cox y los hazard ratios (HR). El intervalo de confianza fue del 95% (IC).


 Resultados

A partir de las observaciones realizadas, se pudo determinar que en el período de estudio transcurrido (11 años), 1253 (4.5%) individuos presentaron DBT (925 durante el transcurso del ensayo clínico y 328 en las estimaciones realizadas en el estudio HUNT3).

Asimismo, y mediante la evaluación de los participantes del mismo sexo y similar nivel cultural y edad, se pudo determinar que permanecer sentado durante un tiempo diario promedio ≥ 8 h se correlacionaba con un aumento del 17% (IC 2, 34) en la propensión a experimentar DBT, respecto de los individuos cuyo tiempo diario promedio era ≤ 4 (la asociación no fue afectada en forma significativa por el sexo del participante).

Es importante destacar que al considerar las variables IMC y tiempo destinado al ejercicio físico en dicha evaluación, de manera de realizar comparaciones entre individuos de condición similar en ambos parámetros, el incremento de la propensión antes mencionado se redujo a un 9% (IC -5, 26); aunque de modo no significativo.

No obstante, fue el IMC el parámetro con mayor efecto en la disminución observada; es decir que el IMC afectó de forma significativa la correlación entre la propensión a experimentar DBT y el tiempo diario promedio que se permanece sentado. Por otra parte, el efecto de la actividad física en dicha asociación dependió de su intensidad.

De esta forma, la propensión a experimentar DBT en personas que realizaban ejercicios de alto impacto, fue independiente del tiempo diario promedio que permanecían sentadas, no encontrándose una asociación. Sin embargo, en individuos que efectuaban actividades físicas de bajo impacto, se observó un aumento en la propensión del 26% (IC 2, 57) y 30% (IC 5, 61) si permanecían sentados un intervalo diario promedio de 5 a 7 h o ≥ 8 h, respectivamente (valor de referencia: individuos cuyo tiempo diario promedio era ≤ 4 h). En contraposición, los diferentes grados de obesidad no incidieron de forma diferencial en la correlación estudiada.


► Discusión

Se ha demostrado una correlación positiva entre la incidencia de DBT2 y el tiempo de inactividad
De acuerdo con las observaciones realizadas se puede determinar que las personas que realizan ejercicios físicos de baja intensidad de duración inferior a 3 h semanales se encuentran afectadas en forma significativa por las horas que transcurren sentadas, al considerar su propensión a experimentar DBT, de manera que un aumento del 30% en dicha propensión se produce si el individuo permanece sentado un tiempo diario promedio ≥ 5 h. Esta correlación se encuentra afectada por el IMC, el cual determina en forma significativa el aumento observado en los sujetos que permanecen sentados ≥ 8 h diarias.

Es importante destacar que el tamaño de la muestra considerada en conjunto con la duración del estudio y las tasas de respuesta, le otorgó potencia estadística a los resultados obtenidos. Si bien la determinación del tiempo que permanecían sentados los individuos bajo estudio, mediante un cuestionario, pudo afectar la objetividad de la evaluación, no existen en la actualidad otros estudios longitudinales que hayan indagado en la asociación entre la DBT y el tiempo de permanencia sentado.

No obstante, cabe mencionar que se ha demostrado en una investigación de tipo transversal una correlación positiva entre la incidencia de DBT2 y el tiempo de inactividad. Por otra parte, los hábitos alimentarios y la relación recíproca del IMC y la conducta sedentaria, son factores que pueden afectar a los resultados y que no se encuentran controlados en el presente estudio.

En concordancia con los resultados de los autores, ensayos clínicos previos establecieron que, si bien se observa un aumento del 35% de la propensión a experimentar DBT en personas que permanecen sentadas, en forma diaria y por intervalos ≥ 10 h (respecto de aquellas que se encuentran en esta situación durante intervalos < 6 h), dicho incremento se reduce significativamente si se lo evalúa respecto del IMC y la práctica de ejercicios físicos determinados.

Sin embargo, existen antecedentes que establecen que la conducta sedentaria que implica permanecer sentados frente al televisor provoca un mayor efecto en la prevalencia de DBT2. Si bien al restar el efecto de la realización de actividad física y del IMC, la incidencia del tiempo que el individuo permanece sentado en la propensión a experimentar DBT se reduce en forma significativa, dicha conducta sedentaria es potencialmente nociva en aquellos grupos proclives a manifestar DBT (personas con obesidad o sedentarias).


► Conclusión

La conducta sedentaria que implica permanecer sentado durante intervalos prolongados puede determinar, en personas que no realizan actividad física, un aumento en la propensión a experimentar DBT.

♦ SIIC- Sociedad Iberoamericana de Información Científica




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